Yoruichi le explica a Ichigo que, si desea dominar el bankai en tres días, deberá llevar a su mundo a su Zanpaku-tō, para lo cual cuenta con un artefacto especial llamado Tenshintai, que le permitirá mantener el espíritu de Zangetsu materializada durante ese plazo de tiempo, obligándole a someterla en ese estrecho margen. Sin querer oír qué es lo que ocurriría si no lograse su objetivo en los tres días, Ichigo clava a Zangetsu en el Tenshintai y aparece el espíritu de su Zanpaku-tō, que hace crecer del suelo centenares de armas de muy variadas formas. La condición que Zangetsu impone en tan particular entrenamiento es encontrar, de entre todas las espadas ahí existentes, a la "verdadera" Zangetsu y herirle con ella. Así, ante los ojos de Yoruichi, Ichigo comienza a luchar con el espíritu de Zangetsu, primero con más dudas y temores y, con gran velocidad, adquiriendo cada vez más confianza en sí mismo y en sus opciones de adquirir el bankai. Según le dice Zangetsu, cada una de las espadas que están a su alrededor, y que apenas duran unos segundos en las manos de Ichigo antes de romperse, son fragmentos de su propia alma que encarnan sus más profundos temores, y que debe ir venciendo paulatinamente.